Estoy en mi oficina, revisando mi correo electrónico con una taza de café humeante en la mano. Todo parece normal hasta que recibo un mensaje que me hace saltar de mi silla: "Hemos tomado el control de tus sistemas. Paga o enfrenta las consecuencias". Siento un nudo en el estómago mientras me doy cuenta de que estoy en medio de un hackeo. ¡Necesito respirar y movilizarme de inmediato!
La pesadilla comienza. Los ciberdelincuentes han infiltrado mis sistemas y exigen un rescate. La primera regla de oro: no cedas ante sus demandas. Negociar solo fomentará futuros ataques. En lugar de eso, voy a aislar mis sistemas afectados desconectándolos de la red y conservo toda la evidencia que pueda para ayudar en la investigación posterior. Me cercioro de que mis backups están en excelente estado desde otro dispositivo y en una red aislada. Todo parece indicar que dichos respaldos están en perfectas condiciones.
Es hora de evaluar el alcance del daño. Contacto a mi equipo de seguridad informática y comienzo a identificar cómo ocurrió el hackeo. Escudriño los registros de actividad y busco cualquier punto de entrada no autorizado. Activo mi plan de respuesta a incidentes y comienzo a trabajar en la contención del ataque. ¡Vaya que fue una buena inversión crear el plan ante contingencias! Estaría perdido en estos momentos.
Ya me coordiné con mis colaboradores y la investigación ya está en marcha. El equipo forense digital está analizando las huellas dejadas por los atacantes. Aquí es donde entra en juego mi experiencia en ciberseguridad. Colaboro estrechamente con los expertos para identificar las vulnerabilidades y establecer medidas preventivas sólidas.
Me sigue preocupando a qué información tuvieron acceso... ¡Ojalá no se haya comprometido nada sensible!
De acuerdo con el equipo de ciberseguridad, el ataque al que me enfrenté fue un ataque de ransomware. Fue descubierto cuando nuestro sistema de seguridad cibernética detectó un comportamiento inusual en la red de la empresa, incluyendo un aumento repentino en la actividad de cifrado de archivos. Además, recibimos una nota de rescate en la que los atacantes exigían un pago a cambio de la clave para desbloquear nuestros datos. Esta combinación de señales nos llevó a la conclusión de que estábamos siendo víctimas de un ataque de ransomware.
Ahora sí, ya gestionaré todo para dar parte a las autoridades y a la policía cibernética.
¡Vaya día! Es hora de comunicar la situación a todas las partes involucradas: mis empleados, clientes y partes interesadas; ya pedí soporte al dpto de comunicación y agendé reuniones con mis partners contextualizando lo sucedido sin entrar en detalles, aún no sabemos si fue la causa algún insider.
Soy transparente y estaré brindando actualizaciones regulares sobre los avances en la resolución del problema. Esto genera confianza y muestra mi compromiso con la seguridad de la información.
Han pasado 2 días del ataque, y seguimos revisando que todo esté en orden. La peor parte parece haber pasado. Mis sistemas están limpios y seguros, pero es hora de reforzar mis defensas. Ahora, es momento de reflexionar. ¿Qué salió mal? ¿Cómo evitar futuros ataques?
Actualizo mis políticas de seguridad, agendaré nuevamente el 2do round de capacitaciones a mis empleados en conciencia cibernética y considero la contratación de algunas soluciones que podrían hacer mejor frente para futuras protecciones.
Este hackeo fue un recordatorio de lo vulnerables que somos en el mundo digital aun con ciertas medidas de protección. Aprendo de esta experiencia y utilizo la información obtenida para fortalecer mis medidas de seguridad. La inversión en ciberseguridad nunca ha sido tan crucial como ahora a lo que, a partir de ahora, me seguiré comprometiendo a lo siguiente:
¡Fue una semana sumamente pesada! Pero me alegra saber que hemos superado el hackeo y la información secuestrada logro recuperarse rápidamente. La empresa ahora más fuerte y resiliente que nunca.
Si has llegado hasta aquí, has vivido de primera mano esta experiencia cibernética conmigo, es crucial que compartas esta historia y las lecciones aprendidas con tus colegas y empleados. Juntos, podemos fortalecer nuestra ciberseguridad y hacer que nuestra comunidad digital sea más segura.
Recuerda, la ciberseguridad es una batalla constante. No esperes a que te pase a ti. Actúa ahora y protege tus activos digitales.