Julio 2025
Cuando ocurre un incidente de ciberseguridad, cada segundo cuenta. Lo que se haga —o no se haga— en los primeros minutos puede definir el alcance del daño. Sin un plan claro y estructurado, las decisiones se vuelven caóticas, los errores se multiplican y la recuperación se vuelve más lenta y costosa. Por eso, contar con un plan de respuesta a incidentes no es una opción: es una necesidad crítica para cualquier organización que quiera tomarse en serio la protección de su entorno digital.
El primer paso para construir este plan es establecer un equipo de respuesta a incidentes. Este equipo debe incluir perfiles técnicos, de comunicación, legales y de negocio. No se trata solo de TI, sino de un grupo multidisciplinario que pueda tomar decisiones rápidamente y desde distintos ángulos. Todos sus miembros deben conocer sus roles específicos, así como los escenarios en los que deben actuar.
El segundo paso es definir claramente qué se considera un incidente. No todas las alertas son incidentes, y no todos los errores técnicos son amenazas. Tener criterios claros para clasificar eventos y activar el plan es clave para evitar la saturación y la fatiga de respuesta. Una buena práctica es usar niveles de severidad y categorizarlos según impacto y urgencia.
Luego viene uno de los puntos más importantes: documentar procedimientos de acción para cada tipo de incidente. Esto incluye desde cómo aislar un sistema afectado, hasta cómo recolectar evidencia digital, cómo notificar internamente a los involucrados y cómo escalar el problema si es necesario. Este conjunto de acciones debe ser claro, directo y fácil de ejecutar bajo presión.
Además, es crucial contar con una estrategia de comunicación bien estructurada. Esto incluye mensajes preaprobados para empleados, clientes, proveedores y, si aplica, para medios de comunicación. Una respuesta oportuna, coherente y bien gestionada puede reducir el impacto reputacional del incidente más que cualquier firewall.
Otro elemento esencial es practicar el plan mediante simulacros periódicos. Estos ejercicios permiten detectar cuellos de botella, errores en la cadena de comunicación y vacíos en el protocolo. También sirven para entrenar al equipo en la toma de decisiones bajo presión y mejorar la coordinación entre áreas.
Una vez implementado, el plan debe ser revisado y actualizado de forma continua. Las amenazas cambian, las herramientas evolucionan y las personas rotan. Un plan escrito hace tres años y nunca revisado probablemente ya no sea útil. La mejora continua es parte de la madurez en ciberseguridad
Todo este esfuerzo debe estar alineado con la alta dirección. El plan debe contar con el respaldo institucional, presupuestal y estratégico necesario para ejecutarse cuando se requiera. La seguridad no debe verse como un obstáculo operativo, sino como una herramienta para proteger la continuidad del negocio.
En TBSEK hemos trabajado con empresas de diferentes tamaños e industrias ayudándoles a construir planes de respuesta a incidentes prácticos, funcionales y alineados a sus riesgos reales. No se trata de tener el plan más extenso, sino el más útil en el momento crítico.